lunes, 11 de noviembre de 2013

El farolero

Un farolero se preguntaba si valía la pena alumbrar, porque con cada luz que encendía se quedaba con menos calor.
Al día siguiente ya no quiso pasear y las calles de la ciudad en penumbras dejó.
Agobiado él estaba por tan ardua labor, entonces intentó aprender otra profesión. Mas nadie podía reemplazar al farolero con amor sin par, ya que él nació para regar su calor.
Sigue siendo un Sol, farolero, y alimenta día a día tu calor para que nunca más nos dejes sin tu pasión.