domingo, 17 de junio de 2012

Fotografía vital

Te tomaría de la mano y detendría el tiempo, toda acción quedaría paralizada. Te llevaría a ver un patio de juegos, donde los niños se divierten con sus pequeñas sonrisas y sus corazones henchidos de tanta vida; imaginaríamos que imaginan esas mentes intranquilas para las cuales todo es nuevo y mágico; donde las explicaciones cientificas no tienen cabida, porque no siguen nuestra lógica pragmática. Cruzaríamos las calles de cualquier ciudad viendo los rostros de las personas; alegres, enojados, esperanzados, entusiastas, indiferentes. Llegaríamos al parque y veríamos los que no observamos; las aves, los insectos; el sol, las nubes. Repararíamos en los detalles hermosos, en las similitudes entre el parque y los rostros; en como nos separamos de la naturaleza en nuestras fortalezas de cemento, pero al final del día lo bello de la naturaleza se refleja en nuestras miradas; en lo hostil y salvaje, en lo sencillo y alegre. Pararíamos por aquellos lugares tristes, cementerios y hospitales, donde se ve día a día la fragilidad de la vida; pero, con el tiempo detenido, sería evidente para nosotros que esa persona que parte sigue viviendo en su familia y amigos que siguen luchando por tener una mejor vida, o solo una más tranquila. Muchos lugares podríamos recorrer, pensando que tenemos todo el tiempo del mundo (o no existe tiempo en verdad). La vida está construida por pequeños momentos que tratamos de recordar, algunas personas los detienen para siempre y toman fotos. Pero lo importante de las fotos es lo que nos evocan. En como podemos rescatar las emociones en las miradas, la alegria de los niños, la naturaleza de los adultos, lo sencillo de respirar. No detengamos nunca más el tiempo, acumulemos todos los segundos en millones de fotografías y permitamosnos vivir todas las emociones, para que cuando partamos podamos dejar un álbum rebosante de momentos que nos llevaron a donde quisimos estar, con quienes quisimos estar.